El arte lo abarca todo, desde que buscamos su definición en cualquier fuente nos encontramos ante una palabra que comprende todo producto de la creación humana con una finalidad estética y comunicativa; sinónimo de creatividad, belleza y sensibilidad. Una vez que internalizo el concepto me encuentro con que se vuelve una tarea titánica nombrar todos los aspectos en los cuales mi vida se ha visto influenciada por el arte, y cuando trato de hacerlo pienso en una frase del pintor mexicano, David Alfaro Siqueiros, que dice: “La creación artística es el contacto con los demás, la unión comprensiva y amorosa”, un recordatorio de que el arte nos hace sensibles y para mí, eso conlleva a volvernos más compasivos.
Cuando nos propusimos desarrollar un proyecto de emprendimiento social, no imaginé que se volvería tan indispensable el contacto con el arte, y con ello, con nuestro lado más sensible en búsqueda de un problema al que como jóvenes estamos expuestos y que como jóvenes podemos enfrentar. Esto nos llevó a desarrollar un proyecto de bien común cuyo desarrollo ha estado íntimamente ligado con la creatividad de cada uno de sus integrantes de tal manera que se volvió indispensable que los participantes del proyecto buscasen expresarse e internalizar lo aprendido a través de la creación de dibujos, pinturas y dramatizaciones. El actuar se volvió una herramienta para aprender.
Otra herramienta que ha estado muy presente a lo largo de la realización de este proyecto ha sido el teatro de improvisación, más que una herramienta, ha sido mi mejor amiga. La improvisación me enseñó de que incluso los mejores planes, lo más desarrollados y más organizados no están desprovisto de contratiempos que nos llevan a tener que reaccionar rápido y adaptarnos a todo de la mejor manera, me enseñó a no decir “no” a las propuestas de la vida.
Con todo esto se vuelve evidente que el arte en todas sus expresiones es tan fundamental que no puedo concebir un mundo sin libros que me enseñen, sin música que me conmueva, sin películas que me asombren, sin teatro que me estremezca, sin pinturas que me emocionen y sin la improvisación. Incontable lo que el arte me ha enseñado, y lo que queda por aprender.