“Dentro de los grandes periodos históricos se modifican, junto con todo el modo de existencia de las colectividades humanas, el modo y la manera de su percepción sensorial”
Benjamin, Walter. La obra de arte en la epoca de su reproductibilidad tecnica. (2011)
El cine como espectáculo de las imágenes, desde su surgimiento, ha cautivado a millones de personas en el mundo. Su marcada influencia social es uno de los motivos por el que en muchas ocasiones las obras literarias se han llevado al cine. Con mayor o menor suerte, los textos literarios recreados han quedado plasmados en el mundo de las imágenes. El cine, como entretenimiento que se nutre de las demás artes, debe entenderse necesariamente como texto, dado que: “Todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En el lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, por lo menos, como doble.” Benjamin (2011)
Hay una estrecha relación entre el cine y la literatura, y siempre se ha puesto sobre el tapete sobre qué tan fiel puede ser la traslación de una obra literaria al cine, así como el eterno debate entre la influencia que hay entre estas dos corrientes artísticas.
Pocos personajes históricos, o más bien míticos como es el caso, han sido tratados por el cine con tanta profusión. Indudablemente, el atractivo de esta historia, que se ha mantenido a través de los siglos, se basa en que es, sobre todo, una leyenda, con un gran componente mágico. La figura del rey Arturo es una de las más llamativas y comentadas desde la Edad Media hasta la época contemporánea. Los primeros registros escritos en los cuales aparece Arturo son Historia Brittonum y los Annales Cambriae. Ambas crónicas, relacionan a Arturo con la Batalla del Monte Badón en la cual los bretones vencieron a los sajones en el siglo VI. Se duda de la veracidad del protagonismo del rey en esa batalla por dos razones: primero, porque ambas crónicas son tardías, siendo escrita Historia Brittonum en el siglo IX y los Annales Cambriae en el siglo X; segundo, porque cronistas contemporáneos a la Batalla del Monte Badón como Gildas en el siglo VI, o Beda el venerable en el VII dieron cuenta alguna de la existencia de Arturo.
La creación mítica sobre el rey Arturo cobró mucho impulso en el siglo XII a manos de Geoffrey de Monmouth con su libro Historia Regnum Britanniae. La Historia Regnum Brittaniae sentó las bases para la construcción del imaginario monárquico/caballeresco a seguir en la literatura posterior a su escrito.
Según Marie-José Lemarchand, Geoffrey de Monmouth fue el “[…] inventor del mito artúrico, acierto político que proporcionó a la monarquía anlo-normanda un pasado tan venerable como el de los Capetos con los doce pares de Carlomagno.” Influyente fue la obra de Monmouth en la literatura contemporánea a él, como puede ser apreciado en la recuperación trovadoresca de los cuentos artúricos por parte de Leonor de Aquitania, esposa de Enrique II de Plantagenet. Sin embargo, va a ser Robert de Boron, pero principalmente Chrétien de Troyes el que va a llevar la figura artúrica a su punto culminante:
Serán los autores medievales, como Chrétien de Troyes o Robert de Boron, los que darían el impulso definitivo al rey Arturo y los suyos: el mago Merlín, Morgana, Ginebra, así como los caballeros puros de de la tabla redonda donde estaban Lancelot, Perciva. Todos giran en torno a la magia de Excalibur, espada prodigiosa protegida por la dama del Lago, quien en el deseo de dar a Inglaterra el monarca más capaz, la incrustará en una roca a la espera de ser extraída por el joven Arturo, el único elegido para regentar el destino escrito por los dioses celtas.
Se podría decir que desde sus inicios, el cine se ha interesado por el mito del Rey Arturo, Excalibur y los caballeros de la mesa redonda, así como su búsqueda del Santo Grial o el eterno triángulo amoroso entre el rey de Camelot, su esposa Ginebra y el galante Lancelot. Lo que ha hecho que el mito prolifere a través del tiempo y que hoy, en nuestra época, aun siga vigente, es la cambiante cosmovisión de la sociedad, y queda evidenciado en las distintitas adaptaciones que han hecho del mito artúrico y la perspectiva que han tomado sus autores.
El primero en presentarnos a Arturo en la pantalla gigante es el director Richard Thorpees en “Los caballeros del Rey Arturo” (1953). La película cuenta la historia de cómo el Rey Arturo establece el mayor reinado que se haya visto hasta entonces en Inglaterra, que lo logra gracias a la ayuda de sus indispensables Caballeros de la Mesa Redonda, sobre todo, Sir Lancelot. En este viaje de conquista de territorios y obtención de poder, Arturo encuentra una novia, la preciosa Guenivere, pero ella se encuentra en un dilema, pues si bien es cierto que la joven muchacha está enamorada del poderos rey, también ama a su fiel caballero Lancelot, aunque él la repudie en ocasiones por lealtad a su majestad, también la ama. Mientras tanto, la traición al monarca se está gestando en manos de su enemigo Morgan le Fay y su caballero Sir Modred que juntos trabajan para atraparlos. Así es cómo comenzará la caída y decadencia del Rey Arturo y su reino de Camelot.
También Walt Disney, en 1963, se acercó al tema con Merlín el encantador, sin otra pretensión que la de entretener a su público infantil. En el film Inglaterra ha quedado sin monarca. Al mismo tiempo aparece en una iglesia una antigua espada clavada en una piedra con la siguiente leyenda: “Quien arranque esta espada de la piedra será el legítimo Rey de Inglaterra”. El mago Merlín, seguro de que el muchacho capaz de obtener esta espada es un joven llamado Wart, se ofrece a darle sorprendentes lecciones sobre la vida.
Eric Romher en Perceval le gallois (1978) se inspira en la novela de Chrétien de Troyes, “Perceval, el cuento del grial” (siglo XII), para narrar las andanzas de Perceval desde que fue armado caballero por el rey Arturo y se adiestró con los Caballeros de la Mesa Redonda. A diferencia de otras adaptaciones de la leyenda, Rohmer sitúa a los personajes en un artificial y teatral reino. Un coro participa en la historia y, a menudo, los personajes narran sus hazañas a partir de versos tomados del texto original.
El análisis del mito artúrico se vuelve mucho más interesante en la medida que el mito, en su dinamismo, se va transformando, puesto que su evolución responde a los discursos socio-políticos en los respectivos periodos en los que se construyen.